La contaminación de los ríos, lagos y acuíferos empieza en tu desagüe
La mayor parte de la contaminación hídrica de las aguas superficiales y subterráneas proviene de actividades humanas. Las aguas superficiales están repletas de residuos materiales que arrojamos sin tener en cuenta el impacto que pueden tener en el ecosistema. Pero existe un tipo de contaminación mucho más nociva que pasa desapercibida a simple vista. Miles de sustancias son vertidas a través de las aguas residuales que proceden de los hogares, como consecuencia de nuestros hábitos diarios. La contaminación química reduce la calidad del agua y amenaza la vida animal y vegetal. Estos son algunos de los productos más contaminantes que utilizamos en casa cada día.
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Productos domésticos contaminantes
Sal de descalcificador
Podemos encontrar descalcificadores domésticos que funcionan por intercambio iónico en multitud de viviendas y comunidades de vecinos. Estos sistemas necesitan alrededor de 40 kilos de sal y 120 litros de agua por cada regeneración de resinas, durante la que pueden llegar a tirar por el desagüe hasta 8 litros de agua por litro de resina.
El agua que sale del descalcificador y se evacúa por el desagüe contiene un elevado nivel de sodio, que está presente en la sal añadida al aparato y es uno de los elementos más corrosivos y contaminantes. Por este motivo, los descalcificadores que funcionan con sal son una de las mayores fuentes de contaminación hídrica de los hogares.
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Aunque no lo veamos, cada lavavajillas cuenta con un pequeño descalcificador para reducir la dureza del agua y evitar los restos de cal en la vajilla. Esta es la razón por la que llenamos el depósito de sal periódicamente. Esta sal acabará evacuándose también por el desagüe durante la regeneración de las resinas.
Teniendo en cuenta que hoy en día muchas familias tienen lavavajillas y en cada lavado se consumen entre 6,5 y 18 litros de agua (dependiendo del modelo), se expulsan cantidades ingentes de sal cada día por los desagües de los hogares.
– ¿Qué podemos hacer?
La instalación de un sistema antical físico es una alternativa ecológica al descalcificador tradicional químico porque no requiere mantenimiento ni consumibles como el aporte de sal, y por tanto no desecha agua cargada con sodio por el desagüe.
Los sistemas físicos evitan además la incrustación de depósitos de cal en las resistencias y otros componentes de los electrodomésticos. Evitarás el uso de productos antical para proteger tu lavadora o impedir la formación del carbonato de calcio en las fibras de tejido.
Respecto a la sal del lavavajillas, existen productos 3 en 1 que ya contienen sal para el acabado de la vajilla, por lo que no sería necesario utilizar ningún producto adicional. Sin embargo no hay que olvidar que a la hora de añadir sal, tanto al descalcificador como al lavavajillas, éstos deben ajustarse en función de la dureza del agua, ya que a mayor dureza, mayor será el intercambio calcio/sodio.
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Jabones y detergentes
La mayoría de detergentes no son biodegradables y contienen químicos agresivos que al entrar en contacto con el agua cambian su composición, dando lugar a otros mucho más tóxicos.
Los detergentes más comunes para lavar la ropa contienen fosfatos para ablandar el agua y tensoactivos para disolver la grasa. Estos compuestos están presentes también en otros productos como los de lavavajillas.
Los fosfatos y tensoactivos que se vierten a las aguas residuales favorecen la proliferación de algas que acaban con el oxígeno del agua y amenazan la supervivencia de muchas especies acuáticas. Este proceso se conoce como eutrofización y consiste en un aumento de sustancias nutritivas que provoca exceso de fitoplancton.
– ¿Qué podemos hacer?
Existen alternativas sin fosfatos (o con baja proporción) igualmente eficaces. Estos detergentes no son totalmente inocuos pero son más respetuosos con la calidad del agua y tienen una mayor capacidad de biodegradación.
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Otros productos de limpieza
Los productos de limpieza como lejías, limpiacristales, limpiadores de baño o desengrasantes también contienen sustancias químicas peligrosas que son vertidas por el desagüe.
Algunos elementos como el fósforo, el nitrógeno y el amoniaco se engloban en la categoría de compuestos orgánicos volátiles. Normalmente se utilizan como fertilizantes para favorecer el crecimiento de las plantas de manera controlada. Sin embargo, están presentes en gran cantidad de productos de limpieza para blanquear, quitar la grasa o desinfectar.
Estos contaminantes no se eliminan durante el tratamiento de residuos, por eso pueden penetrar en acuíferos, ríos o lagos y acelerar el crecimiento de algunos vegetales. Como consecuencia, los cursos de agua se obstruyen, se reduce el oxígeno y muchas especies animales mueren o son desplazadas de su hábitat.
– ¿Qué podemos hacer?
Es recomendable utilizar recetas naturales menos tóxicas, elaboradas con agua, vinagre o jabón suave, para sustituir los productos de limpieza comunes. El zumo de limón, el bicarbonato y el bórax son ejemplos de buenos desincrustantes. La limpieza con estos productos es efectiva y menos agresiva que la que emplea productos químicos.
La mayoría de productos de limpieza no son biodegradables y contienen químicos agresivos que contaminan el agua.
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Aceites usados
El aceite usado para cocinar y el de las conservas crea una capa por encima del agua que absorbe la radiación solar e impide el paso del oxígeno, perjudicando a los peces y a la vegetación acuática. Además obstruye las tuberías, ya que la grasa se adhiere a las paredes cuando se enfría y se va acumulando junto con otros residuos.
El aceite de motor de los coches tiene un potencial contaminante mucho más alto por contener metales pesados y por ser muy poco biodegradable.
– ¿Qué podemos hacer?
Debemos reciclar el aceite de cocina en puntos limpios específicos. Con el tratamiento adecuado el aceite usado puede utilizarse para fabricar jabón, fertilizante, ceras, velas e incluso combustible ecológico.
Con el aceite de motor lo correcto es reciclarlo en un punto limpio o realizar el cambio en talleres de automoción donde lo almacenen hasta su posterior recogida por parte de una empresa de tratamiento.
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Un litro de aceite de cocina usado puede llegar a contaminar hasta 10.000 litros de agua. Un litro de aceite de motor, hasta 1.000.000 de litros.
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Residuos sólidos
A menudo se arrojan por el desagüe ciertos residuos sólidos, ya sean orgánicos o inorgánicos, que además de atascarlo pueden contaminar el agua. Los más comunes son: restos de comida, colillas, toallitas húmedas, bastoncillos, papeles, fármacos, etc.
Los sólidos en suspensión, al igual que las grasas y aceites, absorben la radiación solar y dificultan la fotosíntesis de la vegetación acuática.
Respecto a los medicamentos, éstos pueden incluso provocar daños a organismos acuáticos que los ingieren, tales como problemas de crecimiento o alteraciones genéticas.
– ¿Qué podemos hacer?
Utiliza los distintos contenedores para reciclar los residuos sólidos. Los envases vacíos y restos de medicamentos se pueden depositar en los puntos SIGRE de las farmacias. Recuerda que los fregaderos e inodoros no son papeleras, no los utilices como tales.
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Los restos orgánicos e inorgánicos que se tiran por el fregadero o el inodoro contaminan el agua, además de atascar el desagüe.
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Cuestión de calidad
Según Greenpeace, el concepto de “calidad del agua” tiene en cuenta:
- la contaminación o grado de toxicidad de los vertidos.
- el buen estado ecológico de las aguas superficiales y la capacidad de regeneración del ecosistema.
- el estado químico de las aguas subterráneas.
La principal causa de la pérdida de calidad del agua son los vertidos que llegan de las aguas residuales urbanas, pero también aquellas sustancias que provienen de la actividad agropecuaria, la industria o la minería se convierten en vertidos dañinos para los recursos hídricos. Todos ellos ponen en peligro a los distintos ecosistemas acuáticos.
La gestión y protección del agua es uno de los principales intereses de muchas ONG ecologistas. Algunas de ellas están enfocadas a ámbitos más específicos, como AEMS – Ríos con Vida, que realiza actividades en favor de la conservación de los ecosistemas fluviales (alegaciones y denuncias, publicaciones, cursos formativos, jornadas de convivencia, etc.). Ahora bien, la responsabilidad sobre la calidad del agua empieza en los hogares, adoptando hábitos domésticos responsables y utilizando productos menos tóxicos.
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¿Cuánta agua dulce queda en la Tierra?
El 97% del volumen total de agua en el mundo es agua salada, un 2% es hielo y sólo el 1% restante es agua dulce. Esto nos deja un porcentaje muy pequeño destinado a abastecer las necesidades humanas.
El agua dulce está repartida en la Tierra de la siguiente manera:
Del escaso porcentaje de agua dulce, el 69,7% está congelado en capas de hielo, glaciares, cobertura de nieve y permafrost; el 30% se encuentra en el subsuelo y en acuíferos que se alimentan por filtración desde la superficie; y el 0,3% corresponde a las aguas superficiales de lagos, ríos y pantanos, una proporción muy pequeña pero cada vez más vulnerable a la contaminación que provocan nuestras actividades diarias.
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